sábado, 4 de julio de 2015

Reflexión

Nos hemos acostumbrado a vivir la vida bien. A sentir que somos europeos y merecemos lo más alto en la escala evolutiva. A categorizar en una imaginaria pirámide los trabajos más denigrantes desde la base a lo más exitoso que podemos alcanzar, la meta, la cumbre de todos nosotros.
Esos trabajos tan necesarios pero dotados de precariedad, escasa formación y marginación social que los dejamos para que los realicen los inmigrantes. Que sean nuestros esclavos desde lo más bajo.
Pero ese auge y esos sueños que el propio capitalismo nos trajo se fueron con él. Llegó la crisis y la esperanza de poder convertirnos en grandes se desvaneció estando todos al mismo nivel. Da igual cuáles eran tus expectativas. No eres nadie. Lo que el capitalismo te da el capitalismo te lo quita. Estás aquí para servir igual que ellos.

Y todo esto lo digo mientras escucho desde mi ventana el ruido del trabajo de unos obreros que llevan currando desde esta mañana.

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